viernes, 9 de octubre de 2015

magenta

Recuerdo que me pediste para tu cumpleaños un atardecer magenta y un frasco de mermelada. Pensé en regalarte una cámara para que pudieras guardar no tan sólo atardeceres magenta sino que cada momento convertirlo en tuyo. Sin que te dijera palabra alguna, me miraste y con tu voz ondulada dijiste que sólo querías un atardecer magenta, pues no te interesaba guardar dentro de un libro un rectángulo de tiempo. Preferías vivir aquel momento y compartirlo conmigo. Tomé tu pequeña mano y no me quedó más que sonreír.