jueves, 12 de noviembre de 2015

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Querido diario hoy conté cada uno de sus lunares. Son exactamente cientoveintiocho, veintinueve pecas y dos tímidas espinillas. He dejado de comer pan, o sea saque un pedacito en el desayuno pero cerré los ojos mientras masticaba, así que fue como comer mientras dormía. Por lo tanto no tiene validez ante un notario. Llevo dos noches sin dormir tratando de recordar el sonido de su pelo. He vuelto a hablar solo. Odio ver a estas personas con sus sonrisas acuarelables. Sinceramente prefiero que no me hables.

viernes, 9 de octubre de 2015

magenta

Recuerdo que me pediste para tu cumpleaños un atardecer magenta y un frasco de mermelada. Pensé en regalarte una cámara para que pudieras guardar no tan sólo atardeceres magenta sino que cada momento convertirlo en tuyo. Sin que te dijera palabra alguna, me miraste y con tu voz ondulada dijiste que sólo querías un atardecer magenta, pues no te interesaba guardar dentro de un libro un rectángulo de tiempo. Preferías vivir aquel momento y compartirlo conmigo. Tomé tu pequeña mano y no me quedó más que sonreír.

martes, 1 de septiembre de 2015

nomegusta.

A ti te hablo, a ti que te ocultas tras un filtro de instagram. Fueron exactamente diez minutos en los que logré darme cuenta que sólo eras una foto, la captura perfecta entre ingenuidad y egocentrismo. Quitaba el polvo del escritorio cuando pude percatarme que te apropiabas de todas aquellas frases de internet que te mueven el piso y te hacen sentir identificada. Claramente olvidaste citar al autor de tus virginales pensamientos de libertad, superación y autoestima.

lunes, 12 de enero de 2015

pómulos

Esa mañana al bajar la escalera me encontré con un maso de cartas incompleto, una taza de café y un camino imterminable de azúcar morena. Debía ordenar mi mochila para partir. pero algo me impedía comenzar aquella delicada ruta hacia la nada. Cerré la puerta despacio procurando no despertar mis instintos. Cada paso me alejaba de mi mismo. es necesario hidratarse luego de la sequía. Mis Agrietados pómulos aun sonreían y mis labios permanecían acompañados por las olas y el viento. Al desvanecerme tras la espesa niebla me encontré solo. Y decidí caminar hasta encontrarme.