permanecer inmóvil frente a frente, espejos quebrados. aún con los pulmones vacios.
cartas en blanco bajo la puerta, sólo postdatas de labios partidos.
lombrices se alojan en la concavidad de tu rostro, decididas a quedarse.
poco a poco te sientes menos dueño de tu cuerpo, ausente.
tragas cada uno de tus dientes, cada vez que pierdes el equilibrio y diluyes los esquemas, para cubrir aquel espacio donde no es posible pintar con rodillos.
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